lunes, 22 de diciembre de 2014

La loteria de la vida.

Madrid amanece frío y seco, una mañana típica de invierno donde el sol irá calentando poco a poco, como una estufa lenta y potente que necesita su tiempo. La gente con un café en el cuerpo se amontonará y un churro en el estómago se amontona ante el salón de loterías para acceder al sorteo. 
¿Qué tipo de ciudadanos asisten al sorteo? 
Ya de pequeño me llamaba la atención que hubiese gente esperando en un patio de butacas que saliese su bolita y más sorprendente era que acertase y respondiese ante un micrófono que le había tocado.
En Madrid no empieza la Navidad hasta que no acaba la lotería.
Hoy es un día diferente, 22 de Diciembre, como cada año, unos niños/as sacarán una bolas arbitrariamente y la suerte se repartirá entre unos afortunados. La mayoría la inmensa mayoría no recibirán nada y unos pocos saldrán en escenas de televisión, en su momento de gloria exhibiendo décimo, fotocopia, champagne, cava o sidra El Gaitero.
La vida también es lotería, no todos juegan con los mismos décimos ni acaparan la misma fortuna.
Sin embargo, hay quien dice que la suerte no existe, que lo que hay que hacer es trabajar, esforzarse, luchar, no rendirse y al final llega el premio anhelado ¿ y luego qué?
En la misa del domingo se celebró el milagro de la Anunciación, el comienzo del misterio, que continúa con un nacimiento en un establo y empieza de verdad después de morir en una cruz. El párroco recuerda a sus feligreses que la Navidad es ese milagro que se repite cada año del nacimiento del Hijo de Dios, que esa criatura desamparada de un establo es el Niño-Dios y que ese hecho no se puede demostrar.
Trata de fijar la atención en la trascendencia del tiempo de Adviento y no en los regalos, comidas, fiestas, nieve, playa o viajes. 
Es tiempo de meditar, de pararse a pensar y llegar a la conclusión de que los que menos tienen son los más ricos aunque no les toque la lotería.

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