sábado, 27 de diciembre de 2014

¿Cuesta pedir perdón?

Perdonar no es sólo un acto asociado a la religión cristiana o a cualquier otra, perdonar es un acto gratificante, por muy grande que sea el error, el daño o la falta; no quiere decir que obtengas el perdón ni que las consecuencias legales de nuestros actos se extingan por arte de magia, pedir perdón alivia, te quitas un peso de encima al pedirlo.
Produce un efecto refrigerante y un chute de buen rollo.
Desconozco si lo enseñan en las escuelas, si los profesores lo estimulan, si los padres predican con el ejemplo y me refiero a los padres de familia, no a los otros, que supongo que si.
Comprendo que en el Unforgiven de Eastwood no consigue perdonar, porque es muy fuerte lo que le han hecho a esas mujeres y no puede; tampoco soy capaz de pronunciarme sobre personas o actos que no merecen perdón porque para mi la fascinación reside en la acción de solicitar que te perdonen.
El punto de vista del perdonado o peticionario.
En la vida cotidiana sin llegar al los peligros del Far West, o acciones en circunstancias complicadas y difíciles, te encuentras con personas que son incapaces de pedir perdón aún cuando es claro y nítido el error que han cometido de palabra, obra u omisión, son realmente incapaces. Lo máximo que pueden hacer por el otro , el ofendido, es permanecer en silencio, cambiar de tema, buscar una excusa o escapar del momento y la circunstancia con la mayor dignidad posible.
Quizás sea el orgullo, el maldito orgullo, malentendido o la timidez, el no saber hacerlo, no haberlo practicado. Preferiría que fuese eso y no la maldad, pero tantas errores se cometen por no abrir la boca como por no parar de hablar ¿ o menos?
Me parece que el mundo sería un poquito mejor si supiésemos pedir perdón las veces que fuese menester.

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