lunes, 15 de enero de 2018

El momento del Partido Popular.

He leído, a un prestigioso editor de poesía en castellano, hombre de letras y letrado, que afirma que lo que menos soporta es al Real Madrid, porque no hacemos autocrítica  y se confiesa sobre todo antimadridista. Quizás tenga razón. No me doy por aludido, a mi siempre me ha fascinado el equilibrio entre avanzar/corregir o mostrarte pesimista y dar la impresión de ver sólo lo negativo con cierta crítica. Naturalmente es sólo fútbol. En este deporte corren vientos donde CR7 parece que se irá, no ganamos ni al dominó en las concentraciones y cuando se quiso fichar a Neymar, y se deshechó porque no estaba claro, resultó ser cierto. Panorama sombrío. En medio de toda esta rumorología de filtraciones, comentarios interesados o medias verdades, hay que construir el futuro, tomar decisiones y ser previsor, anticiparse.
En la política de la Españas, a nivel nacional gobierna el partido popular. Se encuentra, desde hace tiempo, en situación sumamente delicada. Los casos en los tribunales sobre escándalos de corrupción que afectan a miembros de partido son notorios y desgastan, cual martillo pilón. El señor Rato, declara ante la comisión del Congreso y amenaza, puede ser una táctica defensiva sin remate o el preludio de descubrimientos. Pierden apoyo en las encuestas, aunque cuentan todavía con el voto de  los inmutables y los que duermen a la sombra del poder. Las deserciones no se han producido, todavía. Como buitres acechan los independentistas catalanes, los que pretenden pescar en el río revueltos del resto de las Españas y los posibles candidatos, con ambición suficiente, para intentar coger el relevo de Rajoy.
La política económica como prioridad o pagar deudas para respirar. Desde 2011, en mayoría, se han dedicado todas, o las principales energías, a corregir los desvíos provocados por la crisis, en plan supervivencia terminal. Ese empeño ha distraído de otras funciones u obligaciones y muchos se han aprovechado del descuido. Por no sucumbir o quebrar, condicionados por los compromisos, se ha producido un temblor general ante la falta de otra política que no fuese acomodarse a las condiciones del euro. Se ha sobrevivido. El desafío independentista ha sido la puntilla de unas circunstancias aprovechadas por los enemigos agazapados.
Cuando se está en puestos de poder, o cuando se es campeón, cuesta mucho tomar decisiones, sin embargo la regeneración, los cambios, deben acometerse antes de llegar al cansancio, bloqueo o estertor final en la línea de meta. El Partido Popular, carácter de su líder ante todo, no puede concentrarse demasiado en un sólo aspecto. Si no se regenera, caerá.

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