sábado, 27 de enero de 2018

Un tributo a la Royal Navy.

En realidad Greenwich no es la cuna de la Armada Británica, si de La Corona de los Tudor con Henry a la cabeza. Cuesta imaginarse este coqueto arrabal a la entrada del Támesis, cuando London no había crecido demasiado. Es sin duda un rincón estratégico en el curso del rio en aquel convulso siglo XVI. Ahora la estación del underground te deja casi junto al Cutty Sark, protegido y rodeado de plásticos que preserven su casco y permitan a los turistas visitarlo. El pueblo no es sólo el observatorio del famosos meridiano, ni el Old Royal Naval College, ni la casa de la reina ni sus pubs de pint y fish & chips. El pueblo no es el Maritime museum pensado en los niños, a ver si agotan vocaciones. El pueblo es como San Fernando, Cádiz, con menos gracia y más estilo. Sin embargo, cierto o no, ves la historia de un pueblo que dependía de la mar para todo y había que controlarla de la mejor manera posible. Llego un momento que en toda England se vivía para los barcos, al menos aparentemente o cuando las guerras obligaban. A su Nelson, muerto en combate, le dieron los honores que se profesan a los elegidos. Eso escogidos que parecen morir en el momento oportuno, políticamente conveniente. Allí está un gran sala dedicada a la Royal Navy y a esa batalla donde no ganamos junto a los franceses. Sin embargo lo de la Armada les preocupó mucho más. Se ve que se veían más débiles aunque leí que la derrota o victoria, según se mire, se debió a la defensa inglesa, nuestros errores del mando y el mal tiempo. Seguramente todo es cierto. Amén.

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