miércoles, 5 de septiembre de 2018

No me hagan reir, que me muero de la risa.

Pocas cosas hay tan gratificantes como una buena historia, una broma ingeniosa, un chiste, un detalle, son muy pocos los que tiene esa capacidad de hacer reir, ser ocurrentes, divertidos y si encima son inteligentes, pues imaginense. 
Por ejemplo Torrá o el ex Puigdemont, o el presidente del Parlament, marioneta de su destino,  tienen menos gracia que Oriol Junquera que siempre he pensado que ganaría en el cara a cara. Es una pena que no tengamos a Julius Henry Marx, más conocido como Groucho, para decirnos donde está la mejor definición de algo inteligente. 
Woody Allen supuso para mi el encuentro con la esperanza cuando descubri a un tipo joven, inteligente, que me hacía reir, de otra manera, pero me reía. Los hermanos Marx, con Groucho a la cabeza, hacía mucho que se dedicaban a vivir. de las rentas o de la fama. Ese mismo Allen, ya octagenario, no consigue hacer otra película porque esta en esa lista negra de persona non grata. Por lo tanto cuesta encontrar a esos tipos irrepetibles.
La percepción de los políticos mejoraría con un don Luis Sánchez Polack, calro que es imposible proque los humoristas se dedican a cambiar la realidad, caricaturizar, distorsionar, con la intención de hacer ver lo que no queremos

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