viernes, 21 de septiembre de 2018

Las Vegas, juego y desmadre a la americana.

En el cine todo es distinto, el desierto, una prostituta, una resaca, la droga, el olor, los turistas, los casinos macarras, los borrachos, las borrachas, las tiendas de Rolex que no tienen el Submariner porque no es tan caro y muestran los Rolex más horteras, el Fourm del Caesar' s Palace sin Petronio ni patricios ni tribunos gloriosos, el Wynn con Al Pacino más Pacino, el Bellagio con sus fuentecitas ( que ya querría don Pepe Isbert), el Venezian todo artificial, con canales, Canaletto y lo que haga falta, etc...para el sueño de la sin razón.
No sé a quién le gusta esta ciudad, pero lo fundamental son los casinos el juego.
El cine ha contribuido mucho a que el personal se sienta atraído y celebra despedidas de soltero o soltera las veces que se tercien.
Bugsy Siegel no fue ningún genio, o yo me niego a admitirlo. Eso sí tuvo su mérito y contribuyó a que su vida se acortase, tampoco era ese tipo de personas destinadas a envejecer.
En el final de la guerra mundial dos, la distancia de Hollywood a Las Vegas era la misma que ahora, unas 280 millas. Lo que no era lo mismo era la ciudad. El juego se admitía en el estado de Nevada y allí El Flamingo floreció. El resto es historia de gánsteres, dinero y más dineros, y el silencio de las arenas del desierto.
Hay gente que vive aquí, niños que se educan es este lugar y oportunidades que no surgen siempre. Además me ha pillado la visita de Mr. Trump, que a enloquecido el tráfico un poco más de lo habitual, sin más.

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