viernes, 24 de enero de 2020

Somos el tiempo que nos queda, somos el tiempo que vivimos.

Lo dijo Caballero Bonald, creo.
Es cierto el resto es pasado. En el tiempo que nos queda no es la cuestión el cuánto sino  ¿qué vamos a hacer con él? Claro que aunque individualmente no seamos o dejemos de vivir, quedan nuestras obras. En cuanto al tiempo que viviremos la pregunta es similar  ¿.qué vamos a hacer en él?
El tiempo es lo más humano que poseemos, lo que nos aleja de los dioses, nos condiciona, somete, limita, el tiempo que nos pone a cada uno en su sitio, que decía una de mis abuelas. 
Intento mirar los asuntos con perspectiva, tomando distancia, a veces funciona, otras veces no tanto. Mirar a los actuales devaneos políticos, España, mundo de impeachment, Brexit, Desunión Europea, convulsiones en China, abandono en África, espirales repetitivas en esos sufridos países todos al sur del río Grande, o sentido común aplastante de la señora Merkel, es pensar en el tiempo que nos queda, el tiempo que viviremos, y principalmente, el tiempo que vivirán los que vienen detrás. Parece un panorama más confuso de lo habitual, como si en este mundo de tecnología, progreso científico, mayor esperanza de vida, libertades/derechos conquistados, nos hubiésemos olvidado de lo esencial, aquello que sentados en las piedras se preguntaban los griegos de Pericles que también eran el tiempo que les quedaba, el tiempo que vivirían. Y el poeta dijo:
Tengo bastante con vivir
No me hace falta más que un poco
de fe, que una mezquina veta
de esperanza, que un resquicio
de caridad, para poder
seguir llamándote
como ahora te llamo: patria impía,
piel aciaga de amor, vida quemada
en cada sueño, palabras repetidas
contra un muro de azar.
Aquí mi sed
se sacia con mi sed. No necesito
nada: tengo bastante con vivir.

¿Hermoso no?

No hay comentarios:

Publicar un comentario