lunes, 20 de febrero de 2023

Pongamos que hablo de ...Joaquín.


De rosa palo y oro. Niño, sube a la suite dos anisetes que, hoy, vamos a perder los alamares. La semana pasada Sabina y servidor cruzamos el paseo del Prado en Cibeles juntos, él camino de su casa yo en busca de una parada de autobus. Le vi bien, me alegré, sombrero un tanto de cowboy, gafas de sol, botines acordonados, casi todo negro, buen paso, recuperado. Es un sobreviviente. Me sé muchas de sus canciones. La del pirata cojo con pata de palo con parche en el ojo con cara de malo el viejo truhan, capitán de un barco que tuviera por bandera un par de tibias y una calavera. Seguramente se ha bebido y fumado el mundo entero, seguramente ha hecho muchas otras cosas que pasan factura, pero creo que le gustaría morir con las botas puestas. Le descubrí en La Madrágora aunque Krahe era el más figura y Alberto Pérez el segundo, su única canción me gustaba porque hablaba de mi pueblo. El es de Úbeda yo no, su padre y el mío compartían profesión no sé si sueños; Joaquín se define por sus contradicciones, de izquierdas, anarquista algo liberal,  amantes de los animales y muy torero, ateo y semanasantero de procesiones, comprendo sus contradicciones, es de una generación que todavía se jugaba a los toros. Nos gustan los mismos toros, las gafas de sol, los sombreros, el cine mudo, Chaplin y Keaton, los trenes, las estaciones, la aventura, él tiene muy buen pelo y yo ya quisiera. Un proyecto de escritor, profesor de instituto, artista triunfador de éxito en España y las Américas y poeta que es algo que todavía se es. Sus amigos hablan bien de él.

Rosa de lima, prima lejanaLengua de gato, bicarbonato de porcelanaDolor de muelas, pan de centenoHasta las suelas de mis zapatos te echan de menos

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