miércoles, 13 de septiembre de 2023

Recurrir a los clásicos.


No es debilidad , o si, simplemente conviene recordar las fuentes de vez en cuando. Hubo un miembro de mi familia, en mi opinión, de los más cultivados, probablemente atormentado, perseguido por su educación, sueños, personalidad, experiencias, todo lo que configura nuestra existencia. Se fué con más de ochenta. En sus últimos años llegó la noticia, sin aclarar propiamente, que tenía Alzheimer, nunca conocí el diagnóstico. Siempre tuve conversaciones interesantes con él y sentí que debía ir a verle. Me recibió su mujer, yo me fui con él a su despacho. Allí encendió un cigarrillo, había vuelto al vicio porque tampoco iba a empeorar  mucho el asunto. Me preguntó por mi vida, hablamos de lo que siempre habíamos hablado sin encontrar solución, con mucho respeto y visiones distintas, él hablaba más. De pronto con gran convicción, alegría, me contó que había vuelto a leer el Quijote, mencionó sus pasajes favoritos. No recordaba cuantas veces lo había leído pero le parecía la mejor historia de la literatura universal. Este ser humano, muy humano, profesor en distintos idiomas, alguna lengua muerte incluida, había leído de todo. La obra de don Miguel le devolvía la vitalidad ante algo realmente extraordinario. Me objetarán qué Alzheimer tan raro. Yo también lo pensé. Falleció al poco.

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