Se dice que hay más de un 30% de indecisos ante la próxima consulta. No me extraña ya que las razones para votar a uno u otro suenan a viscerales más que a racionales ¿y qué ocurre cuando en política se piensa con el hígado?
El debate de los presuntos candidatos a presidente, escuchado por decididos e indecisos, después del partido ante los checos, que no son Masoput, un gran jugador que en esta época probablemente no conseguiría el balón de Oro como lo hizo en su tiempo, no aportó razones de peso.
Promesas, vacío, ideas vagas sin concretar, crítica sin respuesta con soluciones. Demagogia mucha demagogia.
Se entiende la hartez ante los casos de corrupción y la frustración del paro.
Los partidos tradicionales acumulan el desgaste de su ineptitud.
El auge de Podemos es consecuencia de muchos errores, pero no tiene credibilidad porque no se puede servir a Lenin/Chavez/la ideas democráticas en el mismo discurso; confirma que hay muchos hartos que se creen cualquier milonga.
Ciudadanos intenta ser el paradigma del sentido común y el equilibrio y se ve rechazado por el carácter intrínseco hispano.
Me imaginaba a los cuatro como jugadores de fútbol.
El de Podemos se iría para un equipo de la Liga griega no creo que llegase a jugar en Olympiakos. El de Ciudadanos sería carne de Premier, aprendería a chapurrear inglés antes y le recibirían mejor, incluso se creería aquello. No sé si volvería a triunfar en nuestra Liga.
El del PSOE ficharía por un no aspirante del Calcio o volaría a México.
El del PP a Portugal, como Casillas.
Eso si seguirían siendo internacionales, entrevistados por los de Canal plus y contando sus vivencias sin contenido; no contribuirían a ganar ninguna Champions, carentes de nivel competitivo.
Quizás el de Ciudadanos lo hiciese en otro país, otra mentalidad.
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