Se piensa que los artistas son peculiares, que viven en su mundo, puede que sea cierto.
Yo pienso que son gente corriente, pero con un gran pero, y es que tienen un don. El don de componer música, tocar instrumentos, esculpir, diseñar, pintar, crear. Ver las cosas y ser capaz de expresarlo a su manera.
Se clausuraba una exposición sobre los 50 años del realismo en España. No es la del museo Thyssen, es de menor enjundia, pero allí estaban Antonio López y Julio López, lo interesante.
Descubrí detalles sobre la falta de luz en las esculturas o la perspectiva, sin duda interesantes, sin embargo nada me llamó más la atención que el descubrimiento del ser humano que llevan dentro. Muy vivos a pesar de los más de 80 años de su documento de identidad.
Les presentaron e hicieron preguntas, nada de esto me llamó la atención; si la autenticidad de los personajes.
Uno más académico que el otro, más de anécdotas de profesor, incluso más correcto políticamente con el público que no paraba con los smarts.
Afirmó el pintor con rotundidad que hay que tener un don especial para dedicarse a eso, el cual hay que descubrir y desarrollar a base de la dedicación, y él lo tenía y lo descubrió a edad temprana. Hay muchos otros aspectos de la técnica que es aconsejable que te lo enseñe un buen maestro. Se puede conseguir un gran oficio sin el don, aunque no es lo mismo.
Recalcó que hay muy poco conocimiento en la masa, pocas ganas de explorar, la gente se conforma con lo que le ponen delante, hay escasa cultura. El nivel es bajo la exigencia escasa, vende lo superfluo. Aquel que goza del regalo del don, y no lo desperdicia, es capaz de transmitir lo que ve en sus obras. Hay que ser valientes en el arte, arriesgar, no conformarse.
Recordé mis limitaciones. Yo intente explorar mi don desde niño y nunca lo encontré, no gozaba de ese regalo.
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