Cada uno vota por sus propias razones conforme a sus conocimientos, personalidad, intenciones, deseos, cultura, etc..
Luego llegan las encuestas, a menos de una semana del día D, y no varían mucho.
Luego llegan las encuestas, a menos de una semana del día D, y no varían mucho.
Opinan los expertos, en consultas telefónicas y politólogos y suena que no va a haber muchas variaciones, a no ser que ocurra un cataclismo.
La gente que vota con el sentimiento, que no cambia de partido aunque dejen mucho que desear sus acciones, va a votar lo de siempre.
Y en realidad no se discute con fundamento sobre programas de gobierno y medidas para llevarlos a cabo.
Es tal supuesto debate sobre política muy banal, como se opina en el bar/periódico/tertulia televisiva sobre el fichaje de Pogba.
Los votantes se dividen. La mayoría son del sentimiento y no se fían de unos, recelan de otros, están desengañados, acorralados, en paro; o admiten la corrupción y malas prácticas pero disculpan; o forman parte de unas opciones que no han avanzado, ancladas en un confuso pasado sin evolucionar; o se unen para protestar, junto a otros también descontentos que aunque les hablen de teorías políticas obsoletas y fracasadas; o aunque lleguen vírgenes a esto de la política no les apoyan demasiado porque en las Españas somos de lo que siempre fuímos y el sentido común, las opciones razonadas, el conocimiento y la cultura, por mucha globalización que haya, smarts y tabletas, no hemos avanzado tanto como nos creemos.
Nos queda un largo camino de aprendizaje
¿Por qué no lo cogemos?
Nos queda un largo camino de aprendizaje
¿Por qué no lo cogemos?
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