lunes, 25 de febrero de 2019

Los Oscars 2019, muy correctos, sin pulso ni magia.

El cine ha hecho soñar a muchos desde Charlie Chaplin o Disney, entre otros creadores de talento, ahora se sigue  descubriendo esa sensación cuando un niño ve The Lego movie. Los mayores, hoy se es mayor antes con mejor salud, parecen haber perdido la capacidad de soñar, de introducirse en una sala oscura y dejar de masticar el bocadillo, las patatas fritas o parar de intentar meter mano a la guapa chica que te gusta ( no sabía si con permiso o no) porque lo que ves en la pantalla te traslada a un mundo maravilloso, imaginario, donde todo es posible. Dejas todo por un cowboy, un pirata, un vagabundo, un señor con puro y bigote falso, o dos perros comiendo spaguettis, por una historia emocionante, interesante, bien contada y con maravillosas imágenes.
Estamos en USA, Hollywood, que como el resto del planeta necesita espabilarse. Llegaron los Oscars, pasaron sosos,  nada ha sucedido, no queda una sonrisa amplia, un pensamiento, una impresión, ni las señoras parecían tan espectaculares ni ellos rebosaban seguridad, clase o estilo, nos hemos sumergido en la vulgaridad de lo políticamente correcto. Los vi en diferido, tres horas largas, pasando imágenes porque se me hacían densos, tediosos, aún sin presentador. Acerté los seis  premios principales, en una quiniela de amigos, aunque del único que estaba muy seguro era sobre la canción de Lady Gaga, que disfrutaba como una niña adolescente. 
He visto todas las películas nominadas este año, y muchas candidatas, pero no voto, no soy de la Academia. La decisión es el conjunto de los votos de sus miembros, por eso les dan las gracias (al igual que a mucha gente que el público no tiene el placer de conocer que participan del premio). 
Se mezcló la política sin crítica ni criterio, las razas (sobre todo el pesado de Spike Lee, me gustó lo que dijo Barbra Streisand), el sexo femenino como abanderado de todo, con el @Metoo abandonado, el mundo feliz, el contar historias, la perseverancia, la fuerza de voluntad, los emigrantes, nadie dijo lo de God bless America ni hubo Irving Berlin. Se recordó con hermosa música, sin aplausos, a los que se fueron, no hubo glamour ni rendición al talento. Hubo idioma español en presentadores y premiados, muros y bocas abiertas cuando un británico ganador expresaba en inglés sus sentimientos. Premiados como Cuarón que no gustan de hablar y otros que lloran y lloran. Se habló, varias veces, de la magia del cine y no se vió, no se sintió...y esto es muy grave. Eso que Hollywood ha mostrado tantas veces, que existe sin duda, está oculto, quizá por la vulgaridad de los argumentos. Da la impresión que si consigues ser Afroamericano, mujer, LTGBI, hispano, emigrante, demócrata de voto, anti Trump, todo junto te conceden un Oscar

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