miércoles, 28 de agosto de 2013

Los visitantes IV, el duque pasmado.

Don Fernando, III Gran Duque de Alba, anda despistado. Prolonga su estancia en Madrid con su escudero (este encantado, no ve motivos para regresar a su tiempo de origen).
Al Duque, le fascina la tele (ya conoce el nombre) y los programas que ve. A sus 71 años del siglo XVI, muy trillado, tras múltiples combates y noches al raso, come poco. Lo de las tapas le enloquece, hay una tortilla en el bar sublime y unos chorizos a la brasa deliciosos.
No puede evitar sentirse perdido, en esta España tan moderna y cultivada. Ha tenido acceso a los magníficos programas del corazón, matinales y al profundo mundo de los tertulianos. Debe ser como la gran Universidad de Alcalá o Salamanca, la cuna del saber. El Duque gustaría de ser un tertuliano, porque hablan con gran propiedad y conocimiento de causa, lo detecta. Están muy preocupados por ser demócratas, todos son demócratas, algunos más que otros y se lo dicen a la cara. Sin embargo, no dejan muy bien a la clase política. Parece ser, que el que se dedica a la política es porque no sabe hacer otra cosa y se enriquece. Eso si, "El Lazarillo de Tormes", que leyó en Amberes, sigue siendo héroe nacional. El espíritu de servir a los demás no está en boga, nadie lo menciona.
Todos estos programas luchan por la audiencia y fichan gente. Esto el Duque no llega a entenderlo, pero si luchan es que son nobles.
Los grandes de España del siglo XXI le resultan desconocidos. Se llaman, Pantoja, Mohedano, Ortega, Rivera, Janeiro, Preysler, Pujol, Bárcenas y otros más; ninguna familia de las que conquistaron el mundo conocido. La mayoría son de la gran tierra de Andalucia; aunque es gente que no se expresa muy bien y muchos repiten las mismas frases.
Hay un lugar de nombre "Ambiciones", aunque no tiene claro que ambicionan sus propietarios, que despierta gran curiosidad. Todo lo que sucede alrededor es de suma trascendencia, al igual que otro paraje llamado "Yerbabuena"
En la tele dicen, cuando se atacan, que todos son buenos profesionales, lo usan como argümento defensivo. Incluso oye que el monarca dice de la reina, que es una profesional. Eso de ser profesional es palabra importante.
También hay muchos modelos, en alusiones sobre todo a mujeres. Todas son modelos ( ¿de qué? se pregunta el Duque) y mediáticos. Y se casan, divorcian, se embarazan, se separan, siempre parecen desembarazarse de algo, hacen comuniones, se reconcilian y viven una nueva oportunidad. Cumplen con los sacramentos, luego son cristianos conscientes. Aquello por lo que ha luchado en la vieja Europa ha merecido la pena. Los personajes repetitivos de la tele van cambiando, evolucionando, transformándose, por arte de magía, en las escenas que sacan una y otra vez. Algunos experimentan un gran cambio, apesar del paso del tiempo; rejuvenecen de distintas maneras.
Es un monstruo que se ha incorporado a sus pesadillas. El pobre duque se las sabe de memoria.

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