lunes, 31 de marzo de 2014

Francia, en el punto de mira.

Se han celebrado elecciones municipales en este país vecino, grande, rico y bello, que además es chic en muchas partes, que tiene arte y gusto por doquier y Paris ¡Ah! Paris.
La sorpresa, el disgusto o la alarma puede ser lo que haya ganado el partido del Frente Nacional en las alcaldías, pero no se yo si esta es la lectura correcta. 
Está la República Francesa en una democracia y está cansada, fatigada de la escasez de soluciones y al dar su voto castigan a los llamados partidos tradicionales.
¿Significa que estén hartos de la democracia? No lo creo. Se trata de dar una lección a la mal llamada clase política. En Francia, como en todos los países, hay gente que votan siempre lo mismo, pero hay muchos que pueden votar lo opuesto para mandar señales sobre quien es verdaderamente el que tiene la sartén por el mango: el pueblo soberano. Ya lo han hecho, muchas veces, en el pasado.
Quizás aquel acontecimiento histórico llamado revolución Francesa, no es casualidad que ocurriese en Francia.
Otros se abstienen, y se han abstenido muchos,  también es una forma de expresar descontento. Y es que el verdadero problema es precisamente la falta de soluciones políticas. No les pasa en Alemania o Reino Unido, todavía, porque han adoptado claramente la postura del que manda, sea euro o libra, y dejarse de disquisiciones. En medio de ese galimatías los otros países de la UE adoptan una postura u otro dependiendo de su solidez económica ¿Y así se puede construir una Europa unida?
Y eso es lo que puede sobrevenirle a España, el descontento explosivo sobre la clase política incapaz de plantear soluciones, de llegar a acuerdos, de confesar errores, grandes errores, y buscar alternativas en la regeneración. Seguramente porque hace falta mucho valor y temple y son incapaces de dejar su modus vivendi.
Cuando las barbas de tu vecino veas cortar pon las tuyas a remojar.

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