lunes, 3 de marzo de 2014

Genética, Ucrania y los Oscars.

El mundo lleva ya años muchos años con los seres humanos dando vueltas y el ser humano, cualquiera, lleva sus años, los que le toquen de vida, intentando vivir de la mejor forma posible, cada uno a su manera, con sus denarios y posibilidades. Desde tiempo inmemorial se ha buscado la piedra filosofal que marque un antes y un después en la Historia de la Humanidad y ha habido grandes inventos, pero ninguno definitivo.
Ayer leí un artículo en el New York Times sobre un descubrimiento de la genética y me hizo pensar. Siempre he creído que en la genética puede estar las respuesta y la solución de muchos problemas, es como la pieza clave de una investigación que resuelve el jeroglífico, pero ¿estarán todas las respuestas? También lo pensaba al leer los trabajos de los científicos que revolucionaron la ciencia cuántica, atómica y de los semiconductores. Los Einstein de turno que veían y concebían algo más allá del mejor de los microscopios para explicar el todo. Y el mundo del átomo al representarse se asemejaba al mundo de Copérnico y Galileo y la relatividad te llevaba de algo inmenso a una pequeñez liviana, frágil e insignificante. Explicar el todo quizás no es posible porque queremos imitar a Dios como aquel arcángel hermoso de la Biblia.
Ucrania y los Oscars son como dos ejemplos de actualidad en medio del trabajo de científicos que intentan descubrir los porqués. Ucrania es otra vez un territorio en disputa donde no debería haber disputas, dos formas de pensar distintas en un mundo global que aspira a lo mismo, sin saber bien a lo que aspira. Y en Washington discutirán sabiendo que realmente no van a poder hacer nada y en la llamada Unión Europea se reunirán con menos protagonismo y mostrarán a la opinión pública divisiones e intereses contrapuestos y mientras Hollywood concede los premios de la Academia que todos critican y copian malamente.
En estos mundos vivimos entre Gravity, Slave, un Wolf que nos devora, una estafa, un secuestro, el amor por un computer o la vejez, y quizás el personaje principal de Nebraska reúne lo que es al final la respuesta, un poco de genética y un mucho de libertad del ser humano para ser responsable de lo que quiere y hace.
And the Oscar goes...

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