lunes, 28 de junio de 2021

Avistamiento.

Hasta ahora lo máximo a que he aspirado en cuestión de tiburones es una camiseta negra de Mr Quint, un tipo duro, ficticio de novela y peli que muere como el capitán Ahab con su presa favorita, quizá ambos inspirados en algún humano de la costa este USA. He contemplado tiburones en acuarios; he admirado uno blanco, dos días antes entrar en Acapulco,  al atardecer, seguramente proveniente de su ambiente en la isla de Guadalupe, pasó paralelo a la borda unos metros debajo mía mientras yo hacía equilibrios, grande, cinco metros, mar en calma, viento cero, no volvió a curiosear; vi muchos en el Caribe de metro a metro y medio. En los canales de Brisbane, Queensland, dicen que es más fácil ver un tiburón que en la mar, el magnífico bull shark se me ha aparecido, potente, curioso, robusto, en realidad dos, uno detrás de otro, un par de metros el más grande, iban de inspección, día gris lluvioso. Me hubiese gustado ser tan valiente como Tintin y contar con el submarino del profesor Tornasol; uno que sabe de tiburones me ha dicho que todo eso son cosas de las películas. España derrotaba a Croacia en un partido donde lo más relevante es la victoria y la energía que proporcione para el futuro. Francia ha sido eliminado y el especialista en tiburones, un francés, no estaba de humor, porque era futbolero y tenían ilusiones fundadas.

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