martes, 15 de junio de 2021

Un chubasco.

Desde que tuve la posibilidad de rellenar un cuaderno de Bitácora, para mi algo muy serio, me entusiasmaba la frase: desfogó un chubasco, y hoy ha desfogado uno, gordo; había algo en la sonoridad del término, su rotundidad y todo lo que rodeaba el cuaderno como documento oficial; te imaginabas en combate preocupado por otras cosas y con la obligación de reflejar con precisión los hechos para que no hubiese dudas, hacerlo en tiempos de paz, a las 0405, con la mente en el descanso escaso y la diana próxima, era toda una disciplina, lo importante era recuperar el tiempo no dormido. Ya nos avisaron los medios electrónicos, la hora de los medios de comunicación, y me encontraba practicando yoga en el hemisferio sur que es igual que en el norte, lo mismo que hacían aquellas entrañables anécdotas de "Historias de la radio" que al final se besaban  porque el galán Paco Rabal declaraba el amor a su compañera enamorada, eso si, el beso de los practicantes de la gimnasia matutina era en la calva. Se veía el cielo oscuro cada vez más negro progresando desde la mar, el viento arreciando, al final la explosión de agua durante muchos minutos para que las nubes continuasen tranquilas dejando otra bendita carga de agua en otros lugares. Me puse a filmarlo mientras las palmeras se doblaban con sabiduría, luego la calma.

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