martes, 24 de agosto de 2021

Barquito de papel.

El mundo es grande aunque a veces nos parezca pequeño, quizá lo fundamental sea adaptarnos a los cambios. He dejado atrás unos meses en Australia que tiene el tamaño de Europa entera con una población quince veces menor por lo menos; he visto cosas, he hecho cosas, ha habido suerte, en época de pandemia, como dicen algunos cursis, no todo transcurre normalmente, sin saber bien que es eso. Recuerdo una sensación similar hace mucho, mucho tiempo, en Palma de Mallorca, no acostarse nunca o madrugar a la salida de sol era un placer por la belleza de esa bahía, te preguntabas si valdría la pena vivir siempre en esa naturaleza, nunca supe la respuesta como me ha sucedido ante demasiados temas. La única solución me parecía, y parece, comportarme como un corcho, o bote, a la deriva, como un barquito de papel, que diría Serrat, que te lleva donde la corriente quiera, débil, diminuto, con cierta capacidad de flotar, al capricho de múltiples factores.Daban ganas de quedarse en esa naturaleza austral, playas, desiertos, escasez de personal, gobierno que da facilidades, claro que te pierdes a Sanchez, sus ministros, su vacío, los políticos habituales, te pierdes las noticias de televisión aunque no las veas, el viaje a ninguna parte. No quieras ser como los del HMS Bounty, hay que volver aunque te cansen, no he planeado la oferta de Mbapée que estarán revisando en Qatar, los que mandan.

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