Me alegro de oír a los poetas, incluso a aquellos que nadie escucha, a los soñadores, los que piensan que la vida es algo más, algo que no todos vemos. La película La Gran Belleza, italiana, Oscar, está llena de frases de Sorrentino su director/guionista/autor, que comparto, alusiones al mundo de Fellini, a Roma, la fe, lo trascendente en medio de lo terrenal; el protagonista es un tipo de mi edad, periodista/escritor, que se omplace en la belleza, con una casa sobre el Coliseo que ya me gustaría, es un artista, se encuentra en el ocaso de sus días, aún en la pelea. Supongo que porque gusta del color en sus chaquetas, camisas impecables, corbatas , pañuelos, zapatos, música, mujeres guapas, un miembro de mi familia, no ibérico, dijo que le recordaba al personaje. En un momento afirma que la nostalgia es lo que le queda a aquellos que no tienen fe en el futuro, se agarra con sus amigos, consulta a un patético cardenal italiano, porque si un principe de la Iglesia es patetico es mucho mas triste, de vida romana, candidato al soleo pontificio, sobre la fe. Mi padre vivió varios años en Roma, soltero, tiempos apasionantes, se confesaba andando por el Vaticano con un dominico catedrático de teología en el mismo lugar que el de Aquino, murió joven, le decía que sus pecados eran cosas muy pequeñas considerando las confesiones de cardenales. El personaje de la película es incapaz de dar una respuesta al protagonista. La fe simple, sencilla, arriesgada, como tirarte por un precipicio, sigue siendo la cosa más preciosa que tenemos, cuando nos presentemos, desnudos, solo con la fe.
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