domingo, 29 de agosto de 2021

Deo gratias.

No es lo mismo pasear por un Madrid desierto, agosto, domingo, 8 de la mañana que aquella playa, larga, desierta también en ocasiones de la costa este de Australia; aquellos eran soliloquios junto a la mar, las olas variaban, la rompiente del surf, el viento, la luz, aquí las obras de Chamartin progresan adecuadamente. Han sido meses australes que a cierta edad, la mía, me han permitido ponerme en contacto con la naturaleza, la del país, playas, desiertos, montañas y sobre todo poca gente, nada de esas aglomeraciones usuales en la Europa, la America, la España anterior al virus este que persiste tenaz. Es curioso porque Australia tiene todas esas características de los países jóvenes, relativamente, poco poblados, cosas del futuro, donde los niños, los más  pequeños, viven bien, en paz, muy cuidados. Los aborígenes  también son muy mimados por el sistema político en una mezcla de remordimiento, corrección  política, hipocresía y esas peculiaridades de los sajones que todos copiamos.Un país de muchos recursos naturales, rico, donde puedes gozar, pero donde antes tienes que ganarte esa plata que te permita disfrutar; tienen muchos genes, costumbres, idioma, de los británicos, que es bueno o no tanto, su pie no es la ideal ante los rayos solares de esas latitudes, lo llevan como pueden. Me ha quedado mucho, mucho por ver. No he podido meterme en una jaula para ver de cerca tiburones blancos, allí me esperan, otra vez será. Deo gratias.

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