El particular Julio II, Papa, guerrero, renacentista, le preguntaba al gran Michelangelo cuando acabaría su titánico encargo, esa genialidad conocida como frescos de la capilla Sixtina, no sabemos si fué así o una escena repetida en "El Tormento y el Éxtasis". He podido comprobar que las obras de Chamartín, estadio de fútbol rebautizado como Bernabéu, progresan adecuadamente, algo es algo porque después de tanto tiempo fuera, otras cosas no han progresado como Dios manda, claro que Dios es neutral. Sin rebelar mi dirección, vivo cerca, es una vista, zona de paso, diaria no una peregrinación; los del barrio sufren las obras entre colegios, bares y peluquerías. La gente se para mucho, hacen fotos, ya con más forma de lo que será y opinan; siempre hay uno que sabe más que los otros y les cuenta detalles, tengo la impresión que la mayoría no han visto un partido dentro, esa cosa tan viva tan variable, de frío, calor, disgustos o alegrías. En parte es como Roma, la Roma de Vespasiano, Tito, Domiciano, construcción y reformas del glorioso Coliseum, dicen que su inauguración fueron cien días de festejos, muchos muertos, gladiadores y fieras, el emperador estaba abajo, el pueblo iba subiendo escalones, como aquel viejo tercer anfiteatro de militares sin graduación cuando se hacía la mili, según su categoría; en unas cosas hemos cambiado desde el siglo I en otras no. Supongo que durante su construcción los privilegiados habitantes de la Ciudad Eterna también opinarían de las obras.A mi me hubiese gustado verlas... si hubiese sido Marco Vinicio.
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