Todo el mundo sabe que no soy muy partidario de los grandes almacenes, ni Harrods, Shelfriges, ni Lafayette, ni Le Bon Marché, menos Gum de Moscú que conocí en 1981 por primera vez con el camarada Leonidas detrás, ni Macys o Salks Fifh ave, tampoco el Corte Inglés ni los pioneros Galerias Preciados de Pepin Fernández, me agobian de siempre, son alucinógenos para mí. Precisamente ayer, en el Corte Inglés de La Castellana, antes Generalísmo cuando se inaguró, con el clero he topado en mis angustias. Debo decir que si había guardaespaldas eran muy discretos. La zona fue el supermercado. Nada más entrar a mano izquierda donde ya hay artículos de Navidad, buscaba polvorones de Estepa, auténticos, como los que compraba mi mamá, antes de Navidad que es cuando mejor saben, engordar engordan igual. Me costó, los quería de almendra sin conservantes ni colorantes los de toda la vida. Había una niña inocente que buscaba algo, un señor de mi quinta y ella, la protagonista, había un carrito que bloqueaba el pasillo. No la he reconocido al principio, no era Angie Dickinson ni yo soy Corrado Soprano, me parecía familiar y desconocida, era más bajita de lo que me imaginaba, desgastada por el poder, la fama, y de pronto esa naríz, como decía Magdalena en "La Venganza de don Mendo" versión Fernan-Gómez al ver al bello trovador Renato: "No puede ser... esa nariz...es él don Mendo Salazar, marqués de Cabra". He tenido que ir a mi ilustre acompañante, mucho más sagaz, observadora, de mejor todo, para preguntar y me lo han confirmado con suma discreción, en un susurro: "Es Yolanda, la vicepresidenta" . Pardiez, he dicho. No llevaba el libro de autógrafos, que no tengo, a mano. Aún así no daba crédito... en El corte Inglés de Generalísimo. Sin embargo se confirmó mi descubrimiento al ver la cara de un ex vice en busca de puesto de trabajo como docente, tutelando, detrás de los turrones y mazapanes a la señora de la nariz en busca de su venganza. Me sentí vigilado, tembloroso, empecé a sudar. Me he puesto tan nervioso ante tanta
celebrity que me he oído decir al señor de mi quinta en el grupo familiar, mientras intentaba huir: Excuse me, may I... y he salido de naja, como un cobarde, No he estado a la altura de don Mendo. En el desvarío final Yolanda le dijo al espía del mazapán: "Si quieres apoyarme, Pablo, apoyamé, por esta vez consiento, pero dejamé Pablo, dejamé". Amen, con todo respeto dedicado a don Pedro.
Eso te pasa por volver a España, que en vez de encontrarte con don Claudio te encuentras con doña Yolanda,... Siempre con gente de Ferrol.
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