jueves, 17 de noviembre de 2022

En un mercado no persa.

Allá donde se mueren los caminos, donde hubo un barrio de las Injurias cercano, que describía don Pío, pongamos que no hablo del Madrid. Una tienda curiosa, una mesa fuera con precios muy competitivos de artículos usados, una oferta irrechazable de tebeos de los Jóvenes Castores de 1986, vamos muy antiguos, debo entrar. El dueño un mercader de Irak, bigote como Sadam, con el cual sirvió, marino mercante, chiita, padre sunita madre chiita, habla cinco idiomas ( o eso afirma), 65 años, su castellano es así así, árabe, español, ruso (rusi dice él), inglés y pastún. Al preguntárle dentro que libros tenía me ha respondido que de todo, hasta lbros del que no cree en nada. Me ha dicho que era de Babilonia, para impresionar con su civilización, en realidad de Ur; le he respondido, Ur de Caldea como Abraham y se ha abierto. Entonces ha hablado del pasado, del padre Abraham, el patriarca de todos los pueblos, el Tigris y Eufrates, la Biblia, paraíso, su relación directa con Dios. Le he preguntado si se lleva bien como chiita con los persas y mal con los saudies como sunitas, le digo que si no hubiese esas divisiones serían muy fuertes. Responde que todo es culpa de los yankees. Argumento que hace 1300 años no estaban los gringos y ya se mataban entre ellos. Entonces me dice que la religión es algo muy especial, diferente, que no hay que mezclar; me da un consejo sobre tres cosas que hay que mantener alejadas entre sí: política, religión y mujeres. Al final llegó otro cliente pidiendo una fotocopia que también hacen y partí.

1 comentario: