sábado, 19 de noviembre de 2022

Entre 1805 y 1992.

El AVE es rápido como su propio nombre indica, mucha actividad en Atocha, te cruzas hacia el SW de España en un vaivén o varios, al Atlántico; hay viento del SW precisamente que rola al N, llueve algo, de esos días que caen cuatro gotas; en su momento cuando España se introducía en la Alta Velocidad, todo coincidió con la Expo, Sevilla, la Olimpiada de Barcelona, esos años cuando parecía que todo salía bien, precisamente 500 años después de aquellos hitos; apogeo de un sevillano FG como presidente; pues ahora he cogido ese AVE que llega al Puerto, el Puerto de Santa María. De pronto he podio tomar pescadito frito con fino Quinta, cazón, pavías, acedías, huevas aliñadas. No se porqué pensaba en los ingleses, deber ser el par de finos, no sólo en ellos, sobre todo en aquellos nuestros de octubre 1805 que tan cerca de aquí se hicieron a la mar desde Cádiz, como tantas veces, para no volver o para volver a la eternidad. Siempre me produjo una especie de escalofrío aquella fecha, mi desconocimiento a como me hubiese comportado, hiciese lo que hiciese me habría parecido una frivolidad. Los de la Royal Navy celebran con una cena de gala aquel 21, me invitaron varias veces, una como speaker aunque siempre intenté no ir, me ocultaba bajo cualquier excusa hasta mis hijos pequeños, una vez tuve que aceptar. Escribí un... digamos palabras sobre mi visión del asunto, compleja, donde Nelson es como el héroe perfecto que hasta muere. Conté un chiste o dos porque hay que soltar las puyas convenientes, ya no recuerdo que les pareció entre risas y aplausos, y como ahora pensaba en esa mar, esos vientos variables, esas velas, esa hora de la verdad. Al final les dije que ellos eran ingleses, en realidad británicos, pero a mi me hubiese gustado nacer en Ferrol, no se si entendieron algo, fué por el acento o el maldito Cariñena que se apoderó de mi.

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