En la despensa, frigorífico o fresquera que decía mi abuela paterna, los huevos son necesarios en la cocina hispana, ¿qué sería la vida sin un par de huevos fritos o una buena tortilla al gusto de cada cual? y es que los huevos están en el fondo de la tradición española y quizá, sólo quizá, todo sea una cuestión de huevos. Bajo el sol invernal del Foro, cruzando un semáforo de la Castellana, antes Generalísimo y antes Castellana hasta el Hipódromo, que mi madre se molestaba con tanto cambio aunque era muy disciplinada, me ha adelantado un hispano por estribor que iba con su telefonino, ¿ qué seríamos sin él? Ha dicho una frase lapidaria hermosa que yo, por aquello de la educación huevil o mi personalidad, nunca he utilizado: "No te preocupes, mi amor". Ha continuado con buen paso, que La Castellana es ancha, comprensivo con las inquietudes de su amor. Todo iba perfecto hasta que al cruzar en la esquina de Concha Espina ha visto a alguien disfrazado de Micky Mouse y ha dicho: "Mira mi amor la mascota del Madrid". Mi ídolo del telefonino se ha derrumbado, he constatado que no era del Madrid, quizá, sólo quizá, ni le gusta el fútbol; quizá como en Italia, hace mucho, el telefonino era falso. Yo que tengo más de un amor, femeninos y masculinos, que nunca lo he dicho, pensaba decirlo al llegar a casa,; 'Hola, mi amor", claro que me hubiesen preguntado ¿té pasa algo? Se que tendrán curiosidad por el aspecto del hombre del telefonino, no me voy a pronunciar, un poco pánfilo parecía; sospecho, sólo sospecho que iba a comprar huevos, eso si de granja.
Pánfilo o blandengue?
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