jueves, 5 de enero de 2023

Año nuevo

 

Hubo una vez un discurso de JFK, el cual solía decir cosas más interesantes, profundas, que los de ahora con mejores redactores. En esa ocasión, con la URSS y el comunismo de fondo, intentando que todos viviesen en este pequeño planeta en paz, dijo una obviedad que olvidamos con frecuencia: todos somos mortales. Yo añadiría que los años también se acaban. Ya cayó 2022 que no se como catalogar,  excepto que seguimos en el mundo de los llamados vivientes. Hemos sufrido perdidas que recordaremos siempre, cuando llega lo de la Puerta del Sol que me pilla muchas millas lejos; de hecho he amanecido gracias a CNN con los fuegos de Sidney y los siguientes minutos en Taipé donde tienen mucha fama sus artificios pirotécnicos, CNN, como siempre, haciendo política de paso para empezar igual que acabaron. En un hueco de disponibilidad wifi me llegó una carta del Papa Ratzinger que sonaba a despedida de todos los de aquí, ya el actual pontífice había pedido por él, luego se confirmó la alarma. A mi Ratzinger siempre me pareció una persona muy inteligente, buscador de la verdad. Recuerdo un amigo, también muy dotado de intelecto, que no le aguantaba allá en los noventa ; este amigo no tiene ninguna fe en lo que haya después de muerto no cree que haya nada más que el vacío absoluto, la NADA; su ídolo siempre fue Einstein, otro alemán. Al cardenal Ratzinger se le juzgaba por su complicada labor como cardenal en su puesto de defensor de la Fe y la Doctrina; lo cierto es que la fe se defiende por si sola, aunque necesita gente que se mantenga firme a la caña cuando hay mala mar. No sé si escribió su despedida o indicó lo que quería decir, su espíritu está ahí. Un hombre de sus conocimientos teológicos, filosóficos, Historia de la Iglesia, trato con el ser humano, sabía que al final moriría como todos, no se podría levar nada, como todos desnudo, y como creyente iba a encontrarse con Aquel que siempre había soñado o pensado de una u otra forma a través de las vicisitudes de su vida, el juez definitivo, justo, amigo, comprensivo, abogado (paráclito), el misterio de la Trinidad expresado con sencillez, muy de Ratzinger, “Joseph , no temas, soy yo”, seguramente será algo parecido y Joseph podrá descansar porque no le ayudó tanto su inteligencia capacidad de comprensión, de simplificar intrincados problemas, le salvó su fe la misma del más ignorante de los humanos.

Se nos ha ido Pelé, no pudo o no quiso venir al Madrid para hacer la transición de don Alfredo, otros tiempos. Le vi meter dos goles en el campo, tirar sus penaltys, aunque un taxista brasileiro, de nombre Hércules, me dijo en Miami que el fenómeno era Manel Garrincha, quizá tuviese razón, ahora no procede. Pelé un jugador especial que no se si tiene todos esos records, que no jugó en la competitiva Europa que cuando llegaba un mundial si no le lesionaban demostraba su capacidad, visión del fútbol, gol, esa técnica exquisita cuando los defensas no eran coleccionistas de camisetas ni los árbitros monitores electrónicos. También se fue un amigo de esos que te hubiese gustado conocer, disfrutar más, en un accidente de circulación que parece increíble allá en Asturias, un caballero que de haber sido inglés sería lord algo, un tipo natural, una excelente persona, anónima sin la universalidad de los anteriores, pero con gran profundidad humana, consciente de su misión, con naturalidad, equilibrio, clase. Rondaba mi edad, seguramente con mucho que aportar todavía. Siempre me parece que los mejores se van como en este caso, pero no es cierto se van a todas las edades, circunstancias, todos nos vamos porque sin duda somos mortales.

He vuelto al Caribe después de la Navidad, esa fascinante zona de islas, bahías, Trópico, belleza e idioma español, Los ingleses, holandeses, franceses, tuvieron sus islas, posesiones, intereses, nosotros fortificamos las perlas más valiosas contra el posible ataque, de forma que recuerdan otros emblemáticos lugares de la metrópoli; esos fuertes resistían el empuje del enemigo desde el principio dispuesto a amparar la piratería, corsarios, bucaneros, filibusteros, gente que se tatuaba casi cualquier cosa. La piratería, como se inventó, es de otra época ahora sigue habiendo piratas van vestidos como el resto, no hay nada que guste más que el dinero o el poder. También he conocido gente de bien, trabajadora, que querrían visitar España, mientras curran con dureza, sin quejas, en la barra del Manolín de San Juan o en un chiringuito del Malecón en Puerto Plata. Hay que reconocer el colorido, la luz de Bahamas, que fue nuestra, donde llegó la expedición de 1492 a un islote llamado Guanahani bautizado como San Salvador ; se convirtieron a principios del siglo XVIII en colonia británica, precisamente cuando prohibieron la piratería tras los servicios prestados, ellos siempre tan pragmáticos. Hay que reconocer que son unas islas preciosas, no extraña que elijan, ellos que pueden, el Ocean Club en Paradise island para que Bond, James Bond, pasee su palmito y de paso cumpla con las misiones  encomendadas por el gobierno de su graciosa Majestad. Un año nuevo es esperanza.

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