lunes, 11 de abril de 2016

A vueltas con la intensidad.

- Cariño, qué intenso eres-.
¿Se dice esto con cierta normalidad en esas situaciones de las que nadie habla? 
Seguramente, aunque no se bien lo que significa y a mi nunca me lo han dicho. 
En la política desconozco si se lo dicen al Sr. Iglesias, que le gusta más el candelero que a un tonto un lápiz. Al fin y al cabo todo lo ha aprendido en los medios; al poder por los medios, lo que no sale en televisión no ha ocurrido.
Le han enseñado que en televisión hay que sonreír y decir al oponente que no se ponga nervioso y ya está. 
¿A qué hubiese llegado este hombre de tener la nacionalidad US, con un puñado de dólares compitiendo con Trump y Hillary? Le hubiese soltado a Clint Eastwood que no fuese tan intenso.
-No te pongas nervioso Clint, que me enfadas-.
-Te veo nervioso Donald-.
-Hillary no hagas caso a Bill-.
Dejemos pues a los políticos pre electorales con sus intensidades.
En realidad, lo de la intensidad viene por el lenguaje del fútbol y tampoco sé bien lo que significa, ni el inventor. A raíz de la vuelta de los cuartos de Champions y el mal partido de ida contra el Wolsfburg, al Madrid se le acusa de falta de intensidad.
Así mismo de poca adrenalina, tetosterona, agresividad y compromiso. Vamos que se la suda a todos, con perdón.
Lo del balón, once versus once de inicio, es un deporte, no lo olvidemos, se trata de un deporte. Primera condición es estar preparado para rendir 90 minutos de partido (plus) como el rival. Luego saber jugar, táctica adecuada, suerte, acierto, una buena noche, el portero, el gol, etc...son profesionales. Desgraciadamente el político prototipo también se las da de profesional.
Si estuviesen debidamente preparados y resulta que no son intensos porque no les apetece sería algo muy grave, unos y otros.

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