Gora es viva en castellano, entre otras interpretaciones, y se dice en Pamplona entre pañuelos blancos, cosas de la política.
San Fermín es un hombre santo de la Iglesia católica, de la Edad Antigua, origen romano, a caballo entre Navarra y Amiens, mitad leyenda y hechos históricos, mártir decapitado por su credo; si viese lo que se celebra en su nombre, no lo entendería, como el salto de CR7 para rematar de cabeza a Gales.
La Fiesta de los Toros es atacada por todos los flancos, con absurda hipocresía, y cada vez es más complicado hablar de ella con sentido. Soy taurino, no soy dudoso. San Fermín es el toro, ante todo el toro, aunque el santo no conociese a Cúchares.
La mujer y el hombre son ambos seres humanos, iguales, con los mismos derechos y obligaciones. A lo largo de los tiempos el mundo ha sido un escenario dominado por los hombres, con la mujer en segundo plano casi siempre, ha costado mucho cambiar actitudes y comportamientos y todavía hay mucho camino por recorrer. La demagogia política. habitual en las Españas, explota estos hechos incuestionables como el aceite que flota en la superficie.
Y llega el 7 de Julio, chupinazo y toros que corren
¿Quién se atreve a hablar mal de la fiesta?
Los de las televisiones, los periódicos, los expertos y tertulianos, alaban lo bonito que es Pamplona, el colorido y la juerga sana. No hay huevos para oponerse, como si allá no hubiese toros o fuesen diferentes.
Los yankees, con Obama de próxima visita, leyeron a Hemingway (algunos pocos) e idealizaron el festejo. Se creen que el presidente y la posible candidata y relevo, Mrs. Clinton, van a ir a La Estafeta. Se encontraría con un problema Hillary, horrorizada, ante las preguntas en defensa del toro y tendría que llamar a Bill para que respondiese sin decir nada.
El olor que no llega por televisión, e impregna; el vino adulterado con cola, y todo alrededor de esto; el manoseo prohibido; las agresiones sexistas (siempre es la mujer la agredida) aunque no se sepa quién es peor el que toca o la que se deja.
Nadie dice nada aunque las masas de Pamplona aprieten, estrujen y huela mal. No hay infiltrados que nos lleven el ambiente desde dentro, bañados en calimocho. San Fermín, el pobre, y sus fiestas, tienen buena prensa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario