lunes, 11 de junio de 2018

Arrastrarse por los suelos.

La dignidad humana es consustancial al ser humano, sólo por el hecho de serlo, de nacer libres, de ser seres humanos, contamos en teoría con esa dignidad. Esa dignidad que es y ha sido pisoteada, en muchos casos, a lo largo de los tiempos. Es indigno, de otro ser humano, tratar a un semejante como si no tuviese esa dignidad que por nacimiento merece. También hay seres humanos indignos. 
Además nos complementamos con nuestra condición, esa condición humana donde no todos son fuertes sino muy al contrario nuestras debilidades y miedos prevalecen.
Me estaban contando ayer historias de política, de altos cargos, nombramientos, razones, comportamientos humanos en estos tiempos de cambios, ceses, nuevos actores, oportunidades, relevos, y mi interlocutor, ya pasados los cincuenta decía un tanto ingenuo : ¿dónde esta la dignidad?
La dignidad es una cualidad. Significa que te tienes que hacer valer como persona, que te comportas con responsabilidad, seriedad y con respeto hacia ti mismo y  no dejas que te humillen ni degraden.
El dignitas de los romanos significaba mucho y definía una vida, con los actos, el comportamiento, los hechos, no con el "verba", cuando el ciudadano iba construyendo su dignitas. Me pueden quitar todo menos mi dignidad.
Me di cuenta, hace mucho, que dignitas tienen pocos y cuanto mas subes menos, que todos merecemos esa dignidad humana, aunque no hagamos méritos y cuando llega la hora de la verdad nos hacemos preguntas, lamentamos o simplemente hablamos. También le preguntaba a mi interlocutor si había pensado en el valor añadido de unos u otros, es decir qué aportaban en realidad los diferentes candidatos. Me presentaba un panorama no muy gratificante -tampoco nuevo, no nos escandalicemos- donde al final daba un poco igual y quizá ahí radicaba lo más triste del asunto. 

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