domingo, 17 de junio de 2018

Llegó el calor.

Se muere alguien y ves la pena en las caras de la gente, y en algunas el sentimiento de perdida irremediable, el dolor, dentro de la entereza y el sufrimiento que cada uno lleva como puede. Cuando vas a un funeral católico, casi siempre asistes a una homilía, nunca sabes lo que vas a oír, estoy hablando desde un punto de vista de funeral católico con misa. Puede que el sacerdote conozca al difunto o puede que no, le dan unas referencias y generaliza, puede ser un sacerdote de facilidad de palabra, con sensibilidad o no. Eso si todo el mundo habla afuera- a veces dentro del templo sin respeto-, antes y después, hay mucho de acto social porque las creencias al parecer van por dentro y no conocemos el corazón del hombre, lo que guarda en su interior. Me explicaban el otro día que los funerales es algo que está bien porque sirven para mostrar el apoyo a los familiares en circunstancias difíciles y debe ser verdad, mientras se disertaba de política hispana, el nuevo gobierno o las posibilidades en el mundial. Me contaba un amigo que su padre no iba nunca y la madre desempeñaba esa labor educada, de empatía, diplomática, nunca supo si alguien le reprochó a su progenitor no asistir a alguno, aunque supone que tendría sentido. Era una persona popular y cuando llegaban noticias de un fallecimiento no pronunciaba muchas palabras y ponía cara triste, trascendente, mientras encendía uno de esos cigarrillos que dejó poco antes de fallecer, durmiendo la siesta. Asistieron muchas personas al suyo, en una iglesia amplia, grande.
¿Un hombre feliz?
Supersticioso, no gustaba de hablar de la muerte y eso que la vio de cerca, hasta fue condenado a ella en el conflicto del 36, en varias ocasiones por su vida y su trabajo le pasó rozando, decía que tuvo suerte. Era una persona a la cual siempre he visto en las fotos como posando, interesante, mirando al infinito, a la lejanía. Otro que yo conocí te preguntaba siempre por la edad y su respuesta hacía que apelase a las estadísticas o a la mala suerte. Cuando vemos las películas yankees, con fotos, canciones, y shows nos da envidia pero siempre volvemos a lo nuestro. 
Supongo que casi nunca estamos preparados.

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