No es este un junio de temperaturas normales, cuando hace sol se está plácido, a gusto. Si cuentas con un smart phone puedes oír, ver. En una terraza un señor vecino oía y veía el adiós de Rajoy, como me vio interesado nos pusimos juntos, luego resultó que no era del Madrid. El discurso de despedida se retransmitía en abierto desde la sede de su partido, bastante cerca a la terraza y no se parecía al de Zidane, o si, mire usted. Una cosa se constataba, honestidad, con uno mismo primero y con los demás. Quería que toda España le oyese y no sólo sus partidarios, simpatizantes o lo que sea. Siempre fue hombre de servicio, estado, fiel y con ambiciones las justas, con aires decimonónicos. Recuerdo su cara ante el hoy presidente cuando le insulto a pocos centímetros, en un debate en directo, se contuvo, pero su expresión lo decía todo. Sabe de sus errores, cálculos equivocados, traiciones, decepciones humanas y de lo que piensan de verdad los que luego ponen otra cara y hacen cosas diferentes a las que dicen.
El señor que me permitió la visión de la despedida hablaba español muy bien, con su acento. Era europeo de esos países que siempre se citan como ejemplo, negocios por aquí, y afirmó que Rajoy parecía decir su verdad, muy próxima a la realidad. Entre sus palabras/resumen incluyó citas a Sánchez, ambición sin ser capaz de ganarse la confianza de los españoles, populismo, Bildu, independentistas catalanes, ETA, la dureza del no rescate, la recuperación, la post verdad, lo difícil de los primeros años de gobierno, la traición por intereses propios, el relevo en la Jefatura del Estado, la corrupción, su partido, su curtida oposición, la España que se encontró y su convicción de evitar lo que se cuece por las calles de Cataluña, la incoherencia de Ciudadanos después de ganar, del 155, de quedarse quieto a veces y otros temas que ahora se me van. Fue elegante y sincero, en lo que se puede ser. No intervendrá en el futuro, se pone a la orden del que salga y se emociono en los momentos finales.
"Mi amigo de aperitivo" lo resumió como luego haría un señor que es líder de un partido que siempre consulta con sus bases y añadió:
-No hay muchos así.
-¿ Cómo Zidane? - pregunté estúpido de mi. Ahí me enteré que sus amores iban por otros colores, lógico.
-Así deja de ganar el Madrid y nos deja a otros-sentenció.
Tuve que pagarle la cerveza, por su amabilidad.
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