En este mundo que vivimos, el de la globalización, han pasado y pasan cosas, como siempre, la diferencia es la velocidad, una velocidad enorme y no nos da tiempo a asimilarlo. Además la información, o desinformación, nos bombardea incesantemente sin tiempo de reflexionar o digerir. Esto crea desconcierto y confusión.
Estos años de la segunda decena del siglo dos mil, lo que ocurre alrededor, se caracterizan por mi propia incapacidad para saber como se mueven realmente las cosas. Recurro a un ejemplo: me puedo imaginar los años treinta, convulsivos, de muchos acontecimientos en España y Europa, en Asia, hechos que luego marcaron el futuro pero ¿qué se sabía en el momento?
Este viernes se va a producir una entrevista entre el líder de Podemos y el de ERC, Oriol Junqueras. Si la entrevista fuese en una sede, también sería relevante, pero en este caso tendrá lugar en prisión porque uno de ellos está implicado en una causa que para cualquier observador, no cegado, fue un intento de implantar una república en Cataluña, con mucho cuidado para que no hubiese violencia y no pudiese ser tachada la intentona de rebeldía. En los años treinta ese intento hubiese sido con muertos, como dice el ideólogo de Puigdemont que hay que hacer las revoluciones. No los hubo. El Supremo sigue su causa y ya veremos, los presos, algunos, siguen en la cárcel porque se pueden fugar y el que tiene la ideas más claras, con diferencia, es Junqueras, uno de estos presos.
El gobierno, junto a los de Podemos, necesita votos en el Parlamento, para seguir gobernando.
¿De qué van a hablar? ¿Cuál es el acuerdo entre Sánchez e Iglesias?
En las novelas de Dumas había muchos encuentros de estos, con o sin mosqueteros, con o sin collares por medio, con implicaciones de unos y otros, fuera o dentro de La Bastille. Lo curioso es que como personaje de este drama Junqueras es al único al que daría un papel, los demás me parece que son de cartón, irreales para la ficción, o la película, y reales en nuestro drama de 2018.
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