Me he encontrado mucho tráfico de regreso en este fin de semana, coche y más coche, uno detrás del otro, España debe ir bien, o somos muchos o hay de todo, no lo sé.
Había que detenerse a comer y esto no es USA. En Aranda de Duero probé un lechazo, es decir un cordero lechal al horno clásico, bueno yo comí poco, agotado del periodo gastronómico de huevos fritos con morcilla, chorizos, rabas, gambas a la gabardina, bacalao, San Martín, rape, puerros, carne de buey sin cabrear, postres caseros y una ensalada de la huerta, para bajar. España va bien, el restaurant abarrotado como todos los que gustan, la gente comiendo de toda clase y condición. A una camarera, al salir, le dije que mucho cordero se comía allí y ella contestó que todavía quedan muchos. Cierto que en la carretera se les vía pastando, ignorantes de su destino. Me hubiese gustado tele transportarme a los años treinta, a este mismo lugar, con un horno parecido y los antepasados de estos corderos, ¿quién comía cordero en España?
El mundo se debate sobre lo mismo, Trump, estrellas del pop metidas en política, #MeToo, Presupuestos y protocolo, fútbol, parlamentos inútiles, Merkel que pierde un poquito de capacidad, los de la península Arábiga con su peculiar forma de resolver problemas, y Brexit sin aclarar.
Lo del Brexit sigue y sigue, hablando en Bruxelles, como siempre, y al final llegando a un acuerdo ( esa es mi opinión) que no se para qué servirá, pero sin pegarse.
El preso Oriol Junqueras, según la fiscalía, es el cerebro de la trama Generalitat/independencia, y no me extraña. El más listo parece, el más coherente y con aspecto de monje del Nombre de la rosa. Va a lo suyo, piano piano, los otros ocupando momento y lugar, despachándose con boludeces.
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