Entre el cine y la fotografía, como artes, no se con cual quedarme.
Quizá, oficialmente ni uno sea el séptimo arte ni el otro sea arte, pero expresan sensaciones, emociones, belleza.
En el ordenador empecé poniendo, en el salva pantallas, secuencias de fotos. La idea consistía en digitalizar fotos que no quería que se perdiesen o deteriorasen en álbumes que ocupan espacio y lugar, se amarillean y envejecen difuminándose con el paso del tiempo . En otros tiempos con mi primera Canon, luego las Nikon, hice muchas fotos, blanco y negro, color, y algunas me gustan. Ahora es mi iphone la herramienta.
Me gustan, no sólo por la composición de personajes o paisajes, el background, el momento, la coincidencia, lugar, u otros factores, que hacen única la fotografía estática y casi eterna. Tienen ese punto de nostalgia que produce un cosquilleo de tiempo perdido. Los niños exhiben su inocencia y espontaneidad, los viejos nos recuerdan que fueron jóvenes y hermosos, los muertos reviven por un instante y los artistas se exhiben en toda su grandeza como iconos de belleza.
En internet puedes recuperar una foto de los Marx, John Ford, Mel Brooks, obreros de un rascacielos en New York comiendo en una viga a 100 metros sobre el asfalto, de un gol inolvidable, un cuadro genial o un edifico ya derribado, las maravillas del mundo que permanece o los puentes que no se han derribado; puedes recuperar esas fotos premiadas que marcan épocas y todas estas imágenes te emboban. Los toros y toreros, caballos de carreras, NBA, Ali esquivando golpes o Ernesto Guevara muerto que parece vivo. Luego oigo una canción, que puede o no pegar con la foto del momento y pienso si todo es casualidad o hay un plan.
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