Ayer asistí a un intercambio de opiniones, de sobremesa, entre gin tonic y whisky, el tema era "lo de Cataluña" y la conclusión de los que hablaban no muy buena, pesimista para lo que entendemos hoy por España.
Demasiado factores que obviaron la crisis del Madrid.
Se habló de John Elliott e Historia con mayúsculas y su visita por estas tierras, de no fiarte de los ingleses de Inglaterra que se excitan hablando de Franco sin saber porqué. Comentaron sobre Pedro Sánchez y opinan que al menos ha desconcertado algo a esa alianza por el independentismo, pasó desapercibida su existencia o actos en general, se intentaba ir al meollo. Se habló de Pujol que siempre pensó lo mismo y engaño cuando pudo. Se habló de Aznar, no muy bien, de Zapatero como si no existiese. Se citó la vía jurídica de Rajoy que consideraba el mejor del peor de los caminos, con un pesimismo existencial. Se habló de educación, sectarismo, manipulación de la Historia, de los independentistas de Girona arriba o Lleida, que siempre han existido, de los catalanes que quieren oír que todo lo hacen bien, de mentiras y cifras aireadas, falsificadas o utilizadas sin escrúpulos. Se habló de habilidades para dar un golpe, con show celtibérico, pero que no sea posible probar la rebelión. Alguien mencionó que hay medios que exageran y contribuyen a crear un clima extremo. Se habló de imagen en el exterior, de Bélgica, de odio a España por parte de algunos que piensan que Carlos V está vivo y somos un peligro a sus intereses. Al final en 20 años ¿qué?
Alguien dijo que un referendum ahora tiene más probabilidades de ganarse, que si pasa el tiempo, las escuelas seguirán con su labor y subiera el número de esos nuevos votantes que ya han cambiado la tendencia. Yo me preguntaba en manos de quienes estamos.
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