sábado, 11 de enero de 2014

Sida y realidad.

Esa película "Dallas Buyers Club", desconozco el título en España, te presenta una historia de 1985 a 1992 de forma realista, intensa, dura y creo que con bastante sinceridad. No voy a hablar de los Oscars, ni del director Jean-Marie Vallée, ni de las actuaciones en particular de Matthew McConaughy y Jared Leo, los demás trabajan muy dignamente. Seguramente se merecen el oscar y más que otros dignos actores en la peli Philadelfia, pero el tiempo ha pasado, el marketing es muy importante y la calidad de los competidores también pesa. Además no creo demasiado en eso de la estatuillas y menos en otros premios que han crecido con los años al amparo de la gloria y glamour de Hollywood.
La historia comienza con escenas de rodeos y sexo, breves e intensas, entrecortadas, con calidad de montaje, drogas, horror de lo que debería y fué tal vez placer. Luego en un hospital te dan el diagnóstico, en aquellos años confuso pero determinante: Usted está vivo de milagro, le quedan días de vida. El ser humano no siempre reacciona de la misma forma ante esta noticia.
Y es que al fin y al cabo la vida es un milagro. Luego la comunidad cientifíca y los negocios de los fabricantes de medicamentos comienzan a trabajar y explotar el posible filón. Y la condición humana se pone en marcha y la vida se abre paso con aciertos y errores y se ven escenas de gran humanidad en medio del caos, el miedo y la ignorancia sobre lo que estaba pasando. El contagio prosigue entre desesperación y algo de venganza y te dan ganas de entrar en la pantalla y decir que lo que están haciendo no es seguro y un enfermo puede contagiar a otros, si siguen utilizando los mismos métodos y prácticas. Este ser humano es muy complejo probablemente como el sistema celular en el cual el virus desarrolla una batalla sórdida y a muerte.
Al final cierras los ojos y todo es negro. La cuestión es después.

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