jueves, 30 de enero de 2014

El mensaje claro de los anuncios.

El mundo de la publicidad es muy interesante y sus resultados pueden ser fascinantes, si la publicidad se hace bien, y no hace falta ver Mad Men para darse cuenta. Hay imágenes que valen más que mil palabras y hay anuncios visuales, de televisión, que son capaces de plasmar en segundos un complicado entramado con un objetivo claro .
Uno de estos, trata de una señora, normalmente fotogénica, en plenitud total que ya no lo es tanto, educada, trabajadora que sufre de algo que es horrible y que afecta todos los días al intentar ir al cuarto de baño, no lo alivia el descansar sobre un flotador; pero una pomada sugiere resultados increíbles y promete la cura total. Al parecer muchos lo sufren con resignación y discreción, sin necesidad. Debe ser por afición.
En otro, una pareja de hombre y mujer, de esos que llaman maduros, bien conservados, deportistas, ágiles, modernos en su vestimenta, limpios y acicalados, pero con problemas en la dentadura que les impiden hacer vida normal, encuentran la solución. Después de aceptar la recomendación hasta pueden comer chucherías con los nietos  ¡Qué alegría!
Ahora, en recientes versiones,  una señora de mayor edad que las anteriores, que aparentemente no tiene ningún problema, pero no deja de darle vueltas a como subir escaleras. La publicidad ofrece la solución de un dispositivo que es una silla que le permite subir al primer piso, de forma segura, rápida, eficaz y sin marearse. Sin alterar ni el medio ambiente ni la belleza sofisticada de la residencia.
Y estos anuncios los pueden poner en medio de una película de Capra, Ford, Wilder, Wyler, Huston, el mismísimo Fellini o Kurosava,  ¡Qué más da! probablemente los maestros cuando creaban cine pensaban en interrupciones de esta naturaleza.
Lo curioso es que todos estos actores no parecen tener ningún problema, quizás la señora de las hemorroides que a veces pone cara de dolor y malestar, poco creíble.
Y sería bonito que fuese así y el dolor, la enfermedad, el sufrimiento, la realidad, la pena,la frustración o la vejez fuesen anécdotas de fácil solución  ¿ Qué pensará un monje tibetano de todo esto? o ¿un trapense?
Vivimos un mundo donde todo es fachada y mucho de mentira. Lo cierto que hay mucha gente que sufre de esos problemas, que aparecen cuando la vida declina y hay muchas otras dolencias y no sé yo como contemplan los anuncios ¡Ojalá qué con buen humor y se rían de Janeiro !

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