sábado, 26 de marzo de 2022

"I am John Ford. I make westerns".

 

La frase es del maestro Ford como presentación cuando daba conferencias ya al final, el final de un irlandés de corazón americano de vida, rápido de pensamiento, inteligente, llegó en el momento oportuno. En una comida reciente salió el tema del J S de Elcano ese magnífico bergantín-goleta de visita en Barcelona, ausente muchos años de la Ciudad Condal, que siempre recibió muy bien a los buques de la Armada. Un entrañable, educado, comensal dijo que vió en una cola de visitantes para acceder al buque en USA a John Wayne, the Duke, inconfundible silueta, que rechazó saltarse el orden de llegada, y que antes había estado John Ford que era Rear Adniral (USNR). El gran director en realidad Sean O'Fearma, quiso ser marino de guerra, había un problema de vista; le dió muchas vueltas a sus historias, un perfeccionista, bebió mucho, coqueteo mucho, católico y todo; agradeció haber prestado la estrella  Wayne a su respetado amigo Howard Hawks porque le enseñó a actuar, después de dos películas se lo devolvió. Sopló mucho en su barco fondeado juntos a varios colegas; a Wayne no le respetaba demasiado, tampoco a su magnífico secundario Ward Bond durante los rodajes, con los que tanto bebió a bordo y en tierra, si a Henry Fonda ( otro fenómeno, soplador empedernido que le miraba con sumo respeto) y Jimmy Stewart.  Una vez Jean Luc Gordard le pregúntó:  ¿qué fué lo que le trajo a Hollywood? Respuesta: un tren. Quizá un poeta que nunca utilizó la palabra poesía y un artista que nunca dijo arte, él no hacía sólo pelis del Oeste o de guerra, aunque filmase Omaha beach aquel día, no perdonaba a las egoístas/miedosas estrellas de Hollywood que no participaron en WW II. Me hubiese gustado mucho hablar al almirante Ford, no se si me hubiese atrevido, al menos si conocí a don Luis Sánchez Polack en casa Sixto, otro memorable.

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