martes, 8 de agosto de 2023

El aguila en su último vuelo.


No soy de epitafios, el que menos me disgusta es el de un conocido de un amigo de Ferrol que escribieron en su tumba: "Murió como vivió, rascao". Más honradez imposible. Desde luego no era un político. Finales de los cincuenta tenía un juego de ciclistas que me había inventado, tardes de verano de siesta obligatoria. En uno de los balcones de la casa materna se estaba un poco más fresquito, jugaba a los toros (otra historia) y al Tour de Francia.El juego de ciclistas era simple, un dado, los dibujos de las baldosas, papel, colores y un lápiz. reconozco que hacía trampas si el dado no salía para que ganase Bahamontes o tenía que ganar Poulidor nunca Anquetil. Me inventé reglas para montaña y crono. Las baldosas atenuaban la temperatura y me permitían soñar con la victoria de don Federico. Mi padre decía que subía como nadie pero que tenía miedo de bajar, que los organizadores, malditos franceses, no ponían etapas que finalizasen en puertos para que no ganase tanto o sea el Tour, la montaña si. Lo cierto es que la contrarreloj no era lo suyo, ahora en una llegada en alto si les sacaba un mundo. Hay muchas anécdotas como la de los helados, el café esperando al pelotón, miembros del gobierno, aficionados como Rajoy en sus delirios, presionando, que le trataban de aleccionar; no vió la fatal caida de Rivière porque su mal estado físico le hizo abandonar pronto ese Tour de 1960 donde defendía al laurel anterior. Cuando Coppi le convenció que podía ser un gran campeón, cambió su mentalidad. He encontrado la foto que me dedicó ya con la letra casi borrada.

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