En política tengo mis dudas sobre si es conveniente decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, como en la serie de Perry Mason de pequeño. Al fin y al cabo ¿qué es la verdad?. Del latin veritas veritatis, la RAE tiene tres acepciones; para los romanos estaba relacionada con su mitología, hija de Saturno madre de Virtus, en griego es la diosa Aletheia. Pilatos, según S. Juan cínicamente se atrevió a preguntárselo al que luego iba a condenar a muerte. Un político digno deber ser capaz , entres otras cosas, de no mentir en absoluto o al menos no mentir demasiado, y si no queda más remedio decir su verdad. Por ejemplo estamos con Feijóo intentando no volver a equivocarse y esa investidura que ya veremos a quién embisten más que invisten. Hay mucho politiqueo, filtraciones interesadas, los juegos característicos de un Sánchez que juega y un Feijóo que parece no saber jugar. Y llega un momento en que me pregunto si sería oportuno decir a los españoles la verdad...si es esta que sigue la verdad. Van a verse los dos. Sánchez no es capaz por naturaleza, pero Feijóo aunque se retire a Valdoviño o donde sea, quizá deba decir algo en público. Si Sánchez sólo puede ser investido dando la amnistía a los del grave delito de 2017 en Cataluña y luego comprometerse a un referendum, tenemos que conocer la verdad. Y esa posible verdad tiene dos aspectos esenciales: Uno si la amnistía es constitucional y otro si es posible un referendum, ambas cuestiones no son del legislativo en nuestro Estado de Derecho. Qué le pregunten al Consitucional. El resto es como lo de Mbappé y Rubiales mezclado en un cocktail tóxico de Salvamé.
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