jueves, 17 de agosto de 2023

La Kermesse héroïque, Flandes.

 

Viví muchos años, más de una década en el norte de Europa, a fe mía que nunca fué mi intención. Podría decir como don Mendo que el maldito Cariñena se apoderó de mí, más mentiría, no vale la pena justificarse, somos prisioneros de nuestros actos. El caso es que un cotidiano Airbus de Iberia me ha metido entre nubes en la aproximación y me he dado cuenta que me había olvidado de las nubes, como si viviese en otra nube. No es que en España no haya nubes, que haberlas haylas, es que son distintas. Por el norte de Europa las nubes no te dejan ver el sol. Aquí vive Puigdemont, personaje pintoresco de la historia reciente de España, que nunca sería un héroe de John Ford, sin embargo se pasea por el mercadillo de Waterloo envuelto en su melenaza, oculto en sus gafas. Wellington, famoso porque le gustaba el solomillo que su propio nombre indica, laureado individual de San Fernando, pasea su fantasma por estas nieblas. La señora de Inca, Paca, salió elegida. Todo suena un poco a show para salvar la cara, una mentira colectiva de precio desconocido. He dormido mal pensando en La Kermesse héroïque una película de 1935, francesa, director de orígen belga, muy mala acogida entre los belgas flamencos, el Reich la alabó, gran éxito en Europa. Yo cuando la vi por primera vez me quedé con la boca abierta y pensé con mucho cariño en esos españoles de Flandes, en sus méritos, me preguntaba ¿ Cuántos españoles de ahora han visto esta película?

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