Andaba yo con mis chapas y un juego de fútbol que me había inventado en las alfombras del dormitorio de mis padres que era rectangular y verde. Creo que el juego despertaba mi imaginación, aunque reconozco que he hecho trampas cuando me tocaba el Madrid. Conseguí unas redes verdes de envoltorios de lejía, los balones eran bolas de anís que pintaba con rotulador. Tenía carpetas con campeonatos, Copa de Europa y Mundiales. Intentaba mantenerme al día con los periódicos de casa que eran matutinos y vespertinos uno no tenía internet. En 1964 surgió un jugador de 19 años, de nombre largo, complicado, que deslumbraba por su presencia, en Alemania decían que un fenómeno. Creo que por mi timidez podía pasarme horas en mi juego y ahí estaba Beckenbauer al cual pude ver luego en vivo y era un jugador magnífico, elegante, cabeza alta, fino, de toque, dominador del balón, eje trasero del Bayern y Alemania que tenía un equipazo. ¿ Salida de balón?. Apareció aquello del libero patentado en Italia, il uomo libero que flotaba en la hierba sin que pudiesen pararle. Más que salida era como si fuesen dos jugadores a la vez en uno por el espacio, potencia, precisión y clase. Nunca jugó con nosotros casi siempre nos ganó.
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