miércoles, 10 de julio de 2013

Un pacto con el diablo

¿Existe el diablo?
Sujeto complicado, hábil, negociador; siempre al acecho, carroñero, pero sofisticado. Depredador nato. Conocedor de todas las debilidades humanas. Paciente, hipócrita, servil. Peligroso, extremadamente peligroso. Encantador de serpientes, negociador, sin escrúpulos. Como si leyese nuestros biorritmos y supiese cuando vamos a pedir algo, reclamar auxilio o colapsar. Sutil.
Lo que no se sabe bien es cómo se presenta. Si reside en nuestra imaginación, es un ser ficticio o es un ente con existencia propia. Como en los asesinatos hace falta un móvil para probarlo y pruebas.
El caso es que nos vendemos o rendímos a sus cantos de sirena.
Por placeres. El hedonismo de la sociedad lo representa muy bien. Sólo vale lo que gusta, lo que de alguna manera produce física satisfacción, como los Stones. El límite es la propia naturaleza, que se rompe en unos antes que en otros. La máquina humana tiene sus reglas. Algunos aguantan mucho y otros generan un cáncer de pulmón sin siquiera fumar un cigarrillo en su vida.
Por poder. La posibilidad de hacer, tener, desear lo inalcanzable. Dominar, disfrutar de lo que se quiera, cuando y donde se desee; el tiempo que sea posible. Si no se tiene conciencia, ética, o moral es fantástico. El diablo está dispuesto a concedertelo. Se lo susurra  a los políticos. Les justifica que sin ellos será peor. Lo hacen por nuestro bien. El poder viene con condiciones. Al final el diablo sólo pide que le adoren. Aquí nadie regala nada.
Por soberbia El diablo sabe mucho de eso. Se cree superior a los demás, sin honestidad. Nietzsche valoraba la soberbia positivamente, si había honestidad con uno mismo; difícil de conseguir no imposible. El soberbio de a pie es más simple, egoista, sin pudor. El se lo merece todo, los demás son secundarios. El absurdo ser humano, que de pequeño quiere ser grande

Con lo bien que se está tranquilo, con uno mismo, disfrutando de un buen vino y unas patatas fritas del Patio de Chueca, en silencio, oyendo la mar de fondo. Claro que para eso hace falta dinero o tener el negocio de los Stones. Jagger repasó un poquito de la historia humana en "Simpathy for the devil" y el protagonista sembraba un clima de peligrosa confusión y miedo. Ahí es donde el diablo se encuentra en su salsa.

Padecemos y sufrímos todos, absolutamente todos, pero al ser humano le alibia hablar.
Recuerdenló y no se me enfaden

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