Nunca oí quejarse a mi padre o a sus hermanos que eran todos chicos, nunca a mi madre, nunca le oí decir qué dura es la vida hijo mío, ni a mis dos abuelas que sufrieron de lo lindo en sus años, seguramente gente más baqueteada o por aquello de haber pasado una guerra o dos o incluso tres. ¡Qué dura es la vida! En el idioma castellano, español, tenemos muchas coletillas y desde luego la vida no es sencilla, aunque la dureza es relativa, muchas veces es la percepción que tenemos aunque hay gentes, personas, que las pasan canutas y a lo mejor no se quejan tanto. Hoy ojeando los medios hispanos he leído sobre un rey emérito, ya anciano, con goteras, algunas de siempre, que ha tenido aciertos y errores en su vida, que en condiciones normales, probablemente no hubiese abdicado o hubiese continuado hasta el final de no haber acumulado los hechos que acumuló; sus partidarios le disculparán, sus enemigos o de la institución, dirán que encima lleva una vida de rey, toma marisco del bueno, ve ganar al Madrid, sale a la mar con buen tiempo; puede que haya visto a Charles aunque digan todos que no porque en realidad son medio cosas de familia. Charles III, rey finally!, en espera de coronación puede que opine que su vida a la sombra ha sido dura...que mucho ha sufrido, e incluso que se ha ganado lo que se haya ganado que no lo sé muy bien. Su hijo Harry puede que piense lo dura que es la vida en California o su ancestro el Duque de Windsor enamorado en Paris, trono abandonado. Son niveles elevados humanos, vidas casi aseguradas, privilegio, ellos argumentaran con grandes responsabilidades. Una queja filtrada en esas esferas sería una falta de respeto para los que pican piedras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario