jueves, 12 de noviembre de 2015

Donde menos te lo esperas salta la liebre.

No es muy importante el lugar donde te mueres y buscarle significado es absurdo, claro que ... ¿No tratamos muchas veces de buscar absurdos significados a cosas que no los tienen?
Se murió Allen Toussaint, un gran músico, ayer en Madrid, casi tocando;  Bing Crosby falleció, tras jugar los reglamentarios 18 hoyos de La Moraleja, o Tyron Powers  en el Castellana Hilton de la capital con ropas del Rey Salomón, que rodaba con Gina la película sobre el sabio que gozó de hermosos tiempos.
Aparentemente tuvieron tres cosas en común sus muertes: el otoño, Madrid y morir haciendo lo que les gustaba. A partir de ahí se puede escribir una teoría de la conspiración de los astros y la muerte de las personas. A lo mejor otro aspecto en común es que el corazón se les paró a los tres, a diferentes edades, después de haber llevado vidas distintas con mayor o menor plenitud.
Todo eso es circunstancial y hasta irrelevante diría yo.
Lo interesante es que murieron haciendo lo que más querían, lo que les gustaba. Me responderán que Crosby podría haber muerto cantando/tocando un instrumento o actuando. porque hizo muchas películas, pero últimamente con lo que más disfrutaba era con el deporte de meter una pelotita en el puñetero agujero.
Eso de hacer lo que a uno le gusta, lo que disfruta haciendo, si que es un privilegio. La mayoría de gente que conozco hacen cosas porque la vida parece una vorágine absurda donde hay que estar ocupado haciendo cosas, como el payaso que hace payasadas sin sentido del humor; el político catalán que se somete a lo que sea con tal de ser president y que no le juzguen los tribunales por corrupto; los que quieren ser muy honorables y nunca se preguntan sobre el honor.
Y es que como me dijo alguien ayer  nadie se pregunta nada.
Puede que sea cierto las respuestas no son cómodas, aunque de todas formas la muerte es segura y la vida breve.

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