Se acerca la noche del Cotillón, que no sabía era un baile francés del siglo XVIII, no una persona muy cotilla. Cuando mis padres iban al Pasapoga y luego aparecía una foto en casa al despertar con matasuegras, sombrerito Fez de papel, me quedaba chafado de mis conocimientos del castellano: Cotillón y matasuegras. Hoy se me han caido las braulias, que diría un amigo mío. La culpa es por pinchar una noticia. A mi me agradó casi siempre o me hacía gracia o lo que sea Don Fernando Fernán Gómez un cómico trabajador por vocación, gusto y pasta, inteligente y vividor, al final cascarrabias nacional. ¡ Vayasé usted a la mierda! con el sello de la RAE. Ese no es el caso, no nos desviemos. Tampoco lo del centenario de su primera mujer vestida de terciopelo. La ocurrencia, el impacto fatal, es por una foto de sus dos hijos, que no se de cuando es ni exactamente, posan en una exposición, deben ser un poco mayores que yo y ¡guauu Juan Bau!, que decía otro amigo. Esto de las fotos es un arte, las hay muy bonitas, pero son reales, ¡como envejecemos!. Comprendo a esas señoras guapas o guapísimas que lo lleven mal, o como cantaban Los Gritos... Cuidadado, cuidado con las señoras que te complican y te enamora...atención, reflexión...muy modernas entonces sin cirugías estéticas. Aunque nos pese no todos podemos ser Arturo Fernández, ¡chatín!. El año se acaba y todos nos acabamos. Feliz Año Nuevo.
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