viernes, 1 de diciembre de 2023

Hipocresía.

 

La sonrisa de la Monalisa es un enigma, un cuadro de tamaño pequeño rodeado de grades obras, en todos los sentidos, de ese magnífico museo de Paris. Probablemente sea el cuadro que reconocerían más personas en este planeta, no es mi caso que me decantaría por algo de Velázquez en primer lugar pero ¿ quién soy yo? Quizá los rostros de don Diego son muy serios excepto la Venus del Espejo donde lo mejor no es la cara, precisamente. Ahora que Napoleon está en el candelabro fue en sus guerras que esa pintura salió de las Españas. Los políticos sonríen, sonríen mucho, ves su sonrisa en las cumbres, en reuniones, con colegas que aparentemente apoyan unos en más dificultades que otros, los medios te ponen al mandatario del país que tiene la presidencia rotatoria de la UE sonriendo ¿ Para qué sirve? Honestamente como hemos predicado en nuestra ignorancia el nivel es bajo, no hay más que oírles ver sus caras con o sin gafas . En medio de eso el centenario Henry Kissinger se nos muere. No pensaba hablar de él, pero ante la mediocridad cotidiana no me queda más remedio que decir algo de este hombre que encima encandilaba  a mujeres bandera, con clase, excelentes perfumes y dinero.  Equivocado o acertado siempre con personalidad y criterio. Judío, nacido en Alemania, en otros tiempos, inteligente sobre todo, de cultura, y con un sentido especial de contemplar la realidad de las relaciones internacionales, vamos una especie de Sánchez sólo que hablaba un poco mejor el inglés. En Dubai, reflejo de este mundo, precisamente se celebra la cumbre climática. ¡Vaya tropa!

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