Siempre me he preguntado sobre la responsabilidad, la parte de culpa, de los medios de comunicación en democracia, su contribución a la limpieza del sistema de convivencia.
Un medio debe informar, escuchar a unos u otros, transmitir lo que dicen, proponen, preguntar para intentar poner al descubierto lo que hay detrás. A ser posible sin manipular en un sentido u otro, hechos.
Un artículo en The Guardian me ha servido de fuente.
Es una reflexión sobre la campaña a las elecciones US y el primer debate electoral.
Hay que elegir entre uno de los dos candidatos, probablemente sin que ninguno exhiba un nivel mínimo aceptable; sin embargo se está claramente apoyando al candidato Clinton para evitar como salga al candidato Trump, que al parecer dice una mentira o imprecisión por cada cinco minutos de discurso ( ¿Quién le prepara sus discursos o sólo improvisa?)
En las Españas todos los periodistas recalcan que su misión sólo es informar y más información, es decir lo de primero oír y luego votar. Lo repiten porque debe ser lo aprendido en las escuelas de periodismo y aceptan intelectualmente que es lo que debe ser; sin embargo parecen estar constantemente en el dilema resuelto del prestigioso The New York Times de apoyar inequívocamente a un candidato ante lo que estiman como el peor candidato.
No se yo si eso es free press.
El periodista británico afirma que la tendencia de ser parte o tomar partido, en los medios, por un candidato, es corrosivo para la democracia.
Me recuerda más bien a un partido de fútbol u opiniones de fútbol. Por ejemplo como sucedía en los casos Casillas (vaya rollo) o S. Ramos, si lo desean .
Son jugadores que empezaron muy jóvenes, ganaron mucho ( en la selección más que en el club), fueron decisivos en momentos, fueron capitanes , pero no se analiza su juego, sus virtudes y defectos técnicos y de personalidad, su rendimiento, evolución o como ejercieron esa capitanía. Son tipos realmente diferentes ellos dos, con rendimientos distintos en el tiempo y circunstancias, luego las conclusiones también y que cada uno decida. Sin embargo en fútbol se habla de cierto jugador para desprestigiar o favorecer a otro, normalmente.
Es sólo fútbol, un juego con muchos intereses, pero hacerlo en política es jugar con fuego.