viernes, 16 de septiembre de 2016

El penúltimo adiós a un hombre bueno.

Un acto en una capilla de los Padres Escolapios en la calle Gaztambide puede convertirse en una inyección de optimismo. Allí detrás del altar hay un cuadro de Goya magnífico " La última comunión de San José de Calasanz", cuando ya era muy mayor, en Roma. Allí se habló de humanidad en homenaje a un ser humano. Hablaron varios testigos, familiares  o amigos; no todos me inspiraron, pero alguno me llegó al corazón.
En especial un fraile, un teólogo, alumno primero, luego profesor. Quiso utilizar textos de otros alumnos y del propio ponderado. Se preparó el discurso como veterano en mil sermones.
Nos avisó que valía más la pena contemplar el Goya detrás, que oír sus palabras, exageraba un poco.
Habló de dignidad, coherencia, humanidad, humildad ( no la de los futbolistas humildes), sino la de verdad. Se oían las palabras sobre un ser humano que lucho contra si mismo, que tuvo ángeles y demonios alrededor, que intentó hacer el bien y que nunca exageró sobre las cosas materiales de este mundo, en el cual le tocó vivir. Prefería la naturaleza a la ciudad, las cosas de los montes gallegos al asfalto, los pájaros a los coches; amaba la literatura y sobre todo la poesía; "El Quijote", que leía y releía por encima de cualquier otra obra escrita. Descubrió un mundo nuevo en los USA de los sesenta donde ahora Jimmy Fallon despeina a Donald Trump ¿querrá decir algo?
Los problemas sociales en la Sudamérica de la misma década, el sufrimiento de los pobres y la injusticia social; esta experiencia le convulsionó y le hizo cambiar sus derroteros en busca de la verdad que le haría libre. No sé si lo consiguió.
Trató de buscar los orígenes de Galicia donde una señora va a ser madre a los 62 años,¿ es sabio? o donde Beiras sigue siendo marxista de toda la vida. Encerraba ideas universales sobre el hombre, pero luego se agarraba a brumas, humedades y hierbas. en una parte muy pequeña del continente.
Hollande y Merkel nos "avisan" que la Desunión Europea atraviesa una crisis existencial no es un descubrimiento, a mi me lo ha parecido desde que se cayó el Muro de Berlín. El Quo vadis Europa? lo escribí hace mucho y lo reafirmé viviendo en ese entramado llamado Bruxelles. Nuestro amigo no sabía explicárselo.
Y es que desgraciadamente la coherencia en este mundo se paga muy cara, pero uno no puede ir contra sí mismo.

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